Por qué es recomendable no compartir la fecha de cumpleaños en Facebook: un dato crucial para los delincuentes
Un gesto que parece simple y sin importancia, como revelar la fecha de cumpleaños en un perfil de Facebook, puede transformarse en un camino hacia delitos como la suplantación de identidad, la extorsión y la ingeniería social.
Esta costumbre, especialmente entre quienes anhelan recibir felicitaciones en su día especial, expone información que puede ser aprovechada por ciberdelincuentes con intenciones maliciosas. La razón detrás de esta recomendación es que muchos sistemas de verificación bancaria, de acceso a cuentas o de recuperación de contraseñas utilizan esta información como una capa de seguridad.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe), aunque la fecha de cumpleaños pueda ser necesaria para registrar una cuenta en redes sociales, no debería ser visible para los demás contactos.
Las amenazas aumentan dadas
Las amenazas aumentan debido a la existencia de numerosos delincuentes que buscan recopilar información sensible. (Imagen ilustrativa Infobae)
La fecha de nacimiento, junto con el nombre y apellido, es uno de los elementos fundamentales para verificar una identidad en diversos sistemas. Bancos, plataformas digitales y servicios gubernamentales hacen uso de este dato, especialmente cuando alguien solicita un cambio de contraseña o intenta recuperar el acceso a su cuenta.
Esto permite que un ciberdelincuente, al acceder a un perfil de Facebook mal configurado, pueda intentar ingresar a servicios personales con facilidad. Incibe advierte que “es un dato clave para el robo de nuestra identidad o para extorsionarnos”.
Al hacer pública esta información, se facilita la labor de quienes se dedican a crear perfiles falsos que imitan a la víctima. De esta manera, pueden, por ejemplo, solicitar dinero a contactos, inscribirse en servicios de pago o llevar a cabo fraudes financieros.
Los atacantes pueden determinar
Los atacantes pueden determinar cuándo es el momento de robar a la persona o a su hogar. (Imagen ilustrativa Infobae)
La geolocalización en tiempo real puede representar una amenaza directa para la seguridad personal. Compartir en qué lugar se encuentra en cada momento implica informar, de manera implícita, cuándo la casa se queda vacía, lo que eleva el riesgo de robos.
Además, al hacer públicas rutinas diarias, como los horarios de entrada y salida del trabajo, visitas al gimnasio o viajes frecuentes, se revela un patrón fácil de prever.
Desde Incibe advierten que “publicar nuestra ubicación puede ser peligroso, ya que estamos anunciando cuándo dejamos nuestra casa deshabitada”. Esto afecta tanto a quienes tienen perfiles públicos como a aquellos que autorizan el acceso a sus publicaciones a contactos poco confiables o que aceptan solicitudes sin verificar.
Se incrementa el riesgo de ser
Se incrementa el riesgo de ser víctima de fraudes. (Imagen ilustrativa Infobae)
Aunque pudiera parecer un dato insignificante o incluso beneficioso para algunos contactos, exponer la dirección de residencia públicamente conlleva un alto riesgo.
En el contexto actual de amenazas digitales, esta información puede ser empleada por terceros para orquestar robos físicos, llevar a cabo fraudes o realizar suplantaciones de identidad utilizando documentos falsos.
Los especialistas alertan que mostrar la dirección «puede facilitar el robo de nuestra vivienda o la suplantación de nuestra identidad». Al cruzar esta información con otros datos que se encuentran en internet, es posible crear contratos falsos, registrarse en servicios a nombre de la víctima o incluso intentar acceder a sus cuentas bancarias.
Se pueden presentar más casos de mensajes engañosos. (Imagen ilustrativa Infobae)
El número de teléfono y el correo electrónico personal son puntos claves para ataques de ingeniería social. Cuando un delincuente obtiene esta información, puede llevar a cabo campañas de spam o phishing dirigidas, o incluso hacerse pasar por la víctima para contactar a otros con fines fraudulentos.
Mediante estos canales es factible manipular emocionalmente a una víctima o engañarla para que entregue contraseñas, acceda a enlaces maliciosos o realice transferencias de dinero.
Como señala Incibe, estos datos «pueden proporcionar mucha información a terceros que busquen llevar a cabo algún tipo de ataque mediante ingeniería social». Los usuarios tienden a subestimar el valor de su correo electrónico, hasta que comienzan a recibir mensajes sospechosos o se ven envueltos en intentos de fraude.
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