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Mapuches, seguridad y migrantes: las sonadas polémicas de la ministra del Interior de Chile que afectan al Gobierno de Boric en Chile

Mapuches, seguridad y migrantes: las sonadas polémicas de la ministra del Interior de Chile que afectan al Gobierno de Boric en Chile

Izkia Siches es una de las funcionarias con mayor desaprobación.

En solo dos meses de gestión, la ministra del Interior y Seguridad Pública de Chile, Izkia Siches, ha quedado envuelta en una serie de polémicas que también impactan de lleno en el presidente Gabriel Boric y que incluso han derivado en reiterados reclamos de la oposición para que renuncie.

La última encuesta de la consultora Cadem confirmó la inédita crisis de popularidad que enfrenta un Gobierno incipiente que, a diferencia de sus antecesores, no está gozando de un periodo de «luna de miel» con una sociedad que exige resultados inmediatos.

Boric, por ejemplo, ya tiene un nivel de desaprobación del 53%, que es alto tomando en cuenta que apenas se colocó la banda presidencial el pasado 11 de marzo.

En el caso particular de Siches, es una de las funcionarias más conocidas, pero también la peor evaluada, ya que solo tiene una aprobación del 33 %, muy por debajo de la que registran otros ministros y que oscila entre el 47 % y 68 %. 

La cadena de traspiés de Siches es adjudicada en algunos sectores a su falta de experiencia política, ya que tiene 36 años y su único cargo relevante previo fue la presidencia del Colegio Médico de Chile.

Sin embargo, también ha sorprendido porque fue una de las revelaciones de la campaña, ya que su incorporación y trabajo como jefa del equipo de Boric en el camino hacia la segunda vuelta fue crucial para que la coalición Apruebo Dignidad ganara la presidencia.

Pero, apenas asumió como la primera mujer en la historia de Chile que es designada como ministra del Interior, comenzaron las controversias acompañadas por recurrentes disculpas.

Apropiación

A fines de marzo, durante un evento oficial, Siches usó el término Wallmapu, con el que el pueblo mapuche define su territorio ancestral, y que es rechazado por quienes se resisten a reconocer derechos indígenas.

«La línea que nos ha dado el presidente es que, en vez de intentar sortear, es un gobierno que intenta enfrentar los problemas.

Eso requiere no poner el grito en el cielo cuando uno habla de Wallmapu. Es parte de la cosmovisión de las personas que habitan un territorio y que sienten que han sido históricamente postergadas, nadie está diciendo que el territorio se va a expropiar», explicó.

En Chile, las críticas estallaron de inmediato por parte de políticos que denostaron la «alteración» lingüística y que insistieron en que se debe hablar de Araucanía o Biobío, nombres oficiales de las regiones habitadas por los mapuches.

El escándalo atravesó fronteras, ya que, en realidad, el territorio mapuche también abarca a provincias argentinas, en donde algunos dirigentes advirtieron que la funcionaria chilena atentaba contra la soberanía del país vecino.

«Exigimos a nuestro gobierno que sea férreo y le aclare a Chile que no existe ningún Wallmapu, existe Chubut», señaló, por ejemplo, el diputado Federico Massoni. Otros políticos incluso aseguraron que el nuevo Gobierno de Chile alentaba «pretensiones separatistas» de los pueblos indígenas.

Fue tal la polémica, que Siches tuvo que disculparse. «Para nada está en mi intención inmiscuirme en el territorio de nuestros hermanos trasandinos.

El término está enfocado a nuestro territorio nacional, no para polarizar a nuestro país, sino para buscar puntos de encuentro, hablarles a nuestros pueblos originarios con mucho respeto.

Si he producido malestar a nivel nacional o a nivel trasandino pido todas las excusas correspondientes», explicó.

Carabineros

El pasado 25 de marzo, durante una marcha de la Confederación de Estudiantes de Chile, el carabinero Leonardo Quezada comenzó a ser golpeado por un grupo de manifestantes. 

Al defenderse a los tiros, dejó herido a un joven de 19 años.

La primera reacción de Siches fue condenar la actuación policial y calificarla como «gravísima», lo que le valió una inmediata catarata de repudio de la oposición por pronunciarse antes de conocer la versión del efectivo.

Uno de los problemas que dejó en evidencia este caso es el cambio de rol que se ven forzados a asumir dirigentes que se formaron en las protestas sociales callejeras, y que denunciaron las permanentes violaciones a los derechos humanos cometidos por las fuerzas policiales de Chile, pero que hoy integran un Gobierno que necesita su respaldo y cooperación para mantener la seguridad en el país.

Otra vez acorralada por las críticas, Siches realizó una autocrítica, reconoció que debía haber escuchado primero la versión de los carabineros y modificó su discurso para apoyar por completo, y de manera reiterada, a los oficiales.

«No vamos a tolerar ataques violentos, ya sea el intento de quemar un local comercial, o más grave, la golpiza a nuestros funcionarios de Carabineros.

Quiero decir que Carabineros cuenta con todo nuestro respaldo para seguir con su trabajo y proteger a los chilenos y chilenas, siempre con respeto a los derechos humanos», aseguró.

Días más tarde incluso visitó la Escuela de Suboficiales junto con el director de Carabineros, Ricardo Yáñez, en lo que se interpretó como un fuerte gesto de apoyo político, ya que algunos sectores habían exigido la destitución del funcionario.

En sus primeras semanas en el cargo, Siches también desató controversias al referirse a mapuches detenidos como «presos políticos» y por acusar de racismo al Poder Judicial.

«Si yo pillo a una persona al lado de un crimen y es en Las Condes [un lujoso barrio de Santiago], es rubio y tiene un apellido, no pasa nada», afirmó.

En cada caso se convirtió en tendencia en redes sociales.

Errores

Siches todavía no llevaba un mes como ministra del Interior cuando protagonizó un escándalo al criticar al expresidente Sebastián Piñera con información falsa.

Durante una reunión con la Comisión de Seguridad en la Cámara de Diputados, la ministra aseguró que las exautoridades habían intentado deportar a un grupo de migrantes en un avión que, al final, tuvo que volver con todos los extranjeros, de los cuales se desconocía el paradero.

«Uno de los aviones de las expulsiones que se hicieron, por ejemplo a Venezuela, retornó con las mismas personas y eso fue algo que nosotros no teníamos idea.

Si hiciéramos eso sería portada, así que mis felicitaciones al Gobierno anterior porque tuvo la capacidad de tapar esto con tierra, no sé cómo, pero esto es algo gravísimo», acusó.

Bastaron escasas horas para que Siches se retractara, ya que no había sustento alguno en su denuncia.

«Pido mis más sinceras disculpas», escribió mientras se acumulaban las exigencias para que renunciara, a lo que Boric se resistió al refrendar el apoyo para la funcionaria.

La oposición ha aprovechado los yerros de Siches para descalificarla por su «incapacidad», «falta de competencia», «nulo critero», «irresponsabilidad», «ignorancia», epítetos que han minado su figura. 

«Va a seguir metiendo la pata», anticipó esta semana el senador derechista Iván Moreira.

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